Capítulos

sábado, 30 de marzo de 2013

Capítulo 14 - Cumpliendo mis normas.

Mi cabeza tamborileaba de manera insistente y muy dolorosa. De verdad, creía que iba a morir. Mi boca estaba seca y con amargo sabor a bilis. Abrí los ojos, y miré el techo del salón, seguidamente bajé mi mirada por todo el salón, lleno de botellas y botellines de bebidas alcohólicas y de ropa... Ropa interior y ropa de chicos. Miré mi cuerpo, completamente desnudo tan solo cubierto por una fina sábana que ni siquiera tapaba todas mis partes íntimas. También habían dos brazos, dos brazos izquierdos... ¡DE DOS CHICOS DIFERENTES!
Intenté mantener la calma, después salí de la cama sin despertarlos. Di unos paso hacia la puerta del salón y me giré con todo el valor que pude otorgarme, y los vi, dormir plácidamente. Por un momento la idea de volver a ese rincón y quedarme ahí de por vida se me hizo muy muy tentadora, pero no lo suficiente.
 Corrí a mi cuarto me puse algo de ropa, la verdad ropa cómoda que me encantaba. Cuando volví los encontré de pie, mirándose asustados y tapándose el pene con la mano. Podría haberme muerto de risa porque la situación era totalmente surrealista, totalmente de película.
-Hola...-No sabía si saludar o salir corriendo.
-¿Qué coño ha pasado?-La penetrante voz de Samu me hizo estremecerme de dolor.-No habremos... No, ¿No?
-Esmeralda, dime por favor que no. Por favor. ¡Dios!-Mi cara al ver a Honey llamarme por mi nombre debió ser demasiado exagerada porque en seguida corrigió.-Lo siento, Lady, pero no entiendo nada. ¡Esto no puede haber pasado!
-Yo... No recuerdo nada, la verdad... Pero bueno, los tres estamos desnudos, alcohol por todas  partes y no sé, supongo que ha pasado. No es tan fuerte...
-¿Que no lo es? - La voz de Samu otra vez retumbaba.
-¡Mierda! ¡Claro que lo es! Solo déjame pensar un minuto, por favor. - Rogué. Después de intentar aclarar mis ideas durante unos minutos sin conseguir nada más que más dolor de cabeza, miré cómo se vestían. Observarlos era precioso, casi perfecto. Las sombras de la mañana jugaban con sus curvas. Dios, era tan irresistible. Hasta que caí en la cuenta de que... -Chicos... Si lo hemos hecho... Los tres , si lo hemos hecho... Tienen que haber condones, ¿No? No lo habremos hecho sin... No, no puede ser... ¿O sí?
-¡Joder, joder, joder! ¡No me acuerdo de nada! Pe, pero no te preocupes, ¿Vale? Podemos ir a una farmacia y comprar la píldora de el día de después... La pago yo.-Samu estaba tan deliciosamente preocupado que se me derritió el corazón, y corrí a abrazarle.
-Gracias. No hace falta que la pagues, pero gracias. Gracias.
-No he dicho nada.- Dijo con cierto miedo a herirme, pero con firmeza. Sentí que sus músculos se tensaban al igual que su mandíbula cuando tuvo contacto visual con Honey.
-Lady Curl, yo... Lo siento. No sé qué decir, ni qué hacer. Es la primera vez que me pasa, y solo quiero... No quiero cagarla.-Su voz era sincera, pero arrastraba una tristeza castigadora.
-Honey gracias, gracias a los dos de verdad. Creo que me voy a morir ahora mismo. Dios, esto es completamente...
-¿Cuándo vienen tus padres?- Me interrumpió Samu muy serio.
-Mañana.
-Bien, pues vamos a recoger todo, y vamos juntos a la farmacia.-Dijo Honey que ya estaba recogiendo un par de botellines de cerveza.
-¿Los tres?-Espeté sin querer mirarlos a la cara.
-Bueno, los dos podemos haberte dejado... Y bueno, es responsabilidad de los tres, además a los dos nos gustas, ¿No? ¿Crees que te dejaríamos a solas con el otro?-Argumentó Honey yendo a la cocina.
-Tiene razón La...Esmeralda.-Susurró Samu, atragantándose con su equivocación.
Recogimos y me senté en el sofá. Miré un cuadro que siempre había estado en mi casa, era un dibujo nítido. Una mujer tumbada con el pecho elevado hacia el cielo, y la cabeza hacia atrás. Encima de ella miles de estelas, una azul añil con puntos como copos de nieve, otra de un tono rosa palo con pequeños destellos verdes como hojas recién salidas de la primavera, otra de un azul pitufo con toques más oscuros que formaban olas y amarillo chillón como rayos de sol, y por último una color melocotón con dibujos pequeños de hojas secas o eso parecía. Se llamaba: El paso del tiempo, y era de una artista que firmaba : Made of angel.
Pensé en el paso del tiempo, en cómo podían revolucionarse las estaciones. En cómo había pasado de un templado otoño, a El Otoño.
-¿Por qué?- Toda la presión sentida hasta el momento cayó sobre mis mejillas con un sabor salado. -¿Qué cojones me está pasando? ¡Joder! ¡Joder!
Ambos corrieron a mi lado. Sería injusto cronometrar quién llegó antes. Me miraron compasivos un par de segundos, y Honey hizo la pregunta :
-¿Por qué , qué?
-Estoy harta. Esto es horrible. Soy la cuerda y es como si ambos tirarais de mí  para cada lado. No me rompo, pero duele. Duele estar todo el rato haciendo balanza entre pros y contras. Duele mirar a Honey y sentir que puede aflorar un amor que sería más fuerte que la bomba de Hiroshima. Duele mirar a Samu y sentir mil cosas en la espina dorsal, sabiendo que cada vez que me mire aunque sea durante un segundo me corrumpirá lo suficiente para quererle con toda el alma. ¡Duele, joder!
-Esme... Yo no quiero hacerte daño... No quiero que estés así.
-Y ahora Honey me dirá que tampoco... Y otra vez lo mismo. O el de siempre, o el nuevo. O hacer daño a uno, o al otro. ¡Ya no puedo más! Iré yo sola por la pastilla... No quiero veros. No quiero que os peleéis, ni  que me miréis. No. No puedo más, solo quiero ¡AHHHHHHHHHH! Solo quiero gritar.
-¿De verdad es lo que quieres?-Honey estaba tan preocupado por mí, que casi me pareció que podría estar enamorado de mí... Samu parecía más sorprendido por la reciente declaración, pero triste... Muy triste.
-Sí. Por favor, iros los dos.
Y se fueron. En cuanto salieron por la puerta, me abracé las piernas y lloré. Lloré como nunca había llorado. Con rabia, sin querer soltar mis piernas. Sintiéndome muy sola... Tan sola como yo quería estar.
Fui hacia la farmacia, allí estaban ambos. Ambos con un pañuelo en los ojos.
-¿Qué es esto? - Pregunté sonriendo. Y sé que lo notaron.
-Nos has dicho que no te miráramos si quiera, y no lo hacemos. Porque no podemos ver.
- Y tampoco nos estamos peleando. Cumplimos las normas, señorita.
¿Cómo no iba a enamorarme de ambos?
-Chicos, me encantáis... Pero de verdad, no. Si queréis liaros entre vosotros, ahora que os hacéis amigos, me parece perfecto. Pero no quiero veros ahora... por favor.-Sonreí.- Y no, no vale que me tapéis los ojos a mí también.
-Joo.-Dijeron a unisono y hasta ellos se sorprendieron  Se quitaron el pañuelo y cada uno se fue por su camino. Sin decirme adiós, sin mirarme... Cumpliendo mis normas.
                                                 - - - -

-Por favor una píldora del día de después.
-Sí, son 18'75.
-Gracias.
-A ti.
Me tomé la pastilla, y volví caminando muy lentamente a casa. ¿Conocía lo suficiente a Honey como para ponerlo al nivel de Samu? ¿E incluso sobrepasarlo? Había dicho enamorar, cosa que con Samu nunca hubiera dicho... Pero aun así, Samu... Samuel, era mi Samuel. Joder... Era él. No querrían una relación de tres, y lo entendía de verdad que sí. Yo por mí misma tampoco me veía preparada...
Debía decidir, y en mi corazón ya había decidido... Antes de llegar al patio todo se nubló, caí al suelo, la sensación de estar cayendo era constante. Grité, un nombre. No era mamá. No era papá. Era uno de los dos... Al que yo había elegido... Era él...
Era el chico capaz de hacer sentir dentro de mí un verdadero huracán tan solo con llamarme : Lady Curl.

No hay comentarios:

Publicar un comentario